La inteligencia emocional es la habilidad para tomar conciencia de las
propias emociones y de las demás personas y la capacidad para regularlas.
El comportamiento de cada persona influye en las emociones de los
demás.
Conciencia y regulación emocionales deben considerarse competencias
básicas para la vida, ya que la persona
que las ha adquirido está en mejores condiciones para afrontar los retos
que plantea la vida.
Francisco Mora define la reacción como una reacción producida por una
información proveniente del mundo externo o interno del individuo.
La naturaleza ha encontrado con la emoción un mecanismo sabio, capaz de
relacionar a los seres vivos.
El juego es el mecanismo mediante el cual el niño cambia su cerebro y
con ellos enfila su camino hacia la juventud.
Salovey y Mayer estructura su modelo en cuatro bloques: percepción
emocional, facilitación emocional del pensamiento, comprensión emocional y
regulación emocional.
Existen diversos modelos de competencias emocionales como las
siguientes: la conciencia emocional, la regulación de las emociones, autonomía
emocional, habilidades socioemocionales y competencias para la vida y el
bienestar.
La educación emocional es un proceso educativo, continuo y permanente,
que pretende potenciar el desarrollo de las competencias emocionales como
elemento esencial del desarrollo humano.
El contexto familiar es una oportunidad idónea para el desarrollo de
competencias emocionales.
En este libro nos habla de diversas cosas, entre ellas las
relaciones interpersonales que pueden llevarnos a la felicidad. Tenemos que
tomar conciencia de nuestras emociones para poder “llevar el mando”. Los padres
son los que deben ayudar a sus hijos a detectar cómo se siente.
También nos habla de la empatía, que permite no solamente el
punto de vista de los demás, sino la emoción desde la cual viven un suceso.
Aquí nos enseña actividades para el desarrollo de la
regulación emocional. El entorno escolar es imprescindible para favorecer la
educación emocional. El profesor es el que debe ofrecer un clima seguro, de
respeto y confianza a los alumnos.
En este libro también se exponen ejercicios prácticos que
favorecen el desarrollo de la inteligencia emocional y hacen preguntas como:
¿Cómo me siento?, ¿Me cuidan y me cuido?, ¿Quién soy y quién eres?, etc...
A parte de hacer mención a la niñez también se da la
adolescencia que es una etapa evolutiva que tiene que ser reconocida.
Finalmente hace distinciones entre educación emocional y
alfabetización emocional y nos muestra una especie de artículo de la
experiencia de la educación emocional en las aulas de New York.
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